Soy vallisoletano de pura cepa –o al menos así me siento– pero hace casi un decenio que vivo fuera de mi Valladolid y de mi Castilla. Como muchos de mis amigos y compañeros, tuve que abandonar la ciudad por cuestiones de trabajo; aunque he de reconocer que ya podría haber regresado si hubiera querido. Cuando un vallisoletano finaliza los estudios, sabe que su destino más probable es Madrid. «En Valladolid no hay nada.» es ya una frase hecha. Y, desgraciadamente, es cierto. Puede que Valladolid sea la ciudad mejor posicionada de la región; pero lamentablemente eso no supone ningún consuelo. Ser cabeza de ratón es seguir siendo ratón.
Recuerdo que, de niño, Valladolid se encontraba entre las ciudades más pobladas de España. Hoy, muchas nos han superado con creces. Y cuando una ciudad se estanca demográficamente, el anquilosamiento se extiende como un cáncer a todas sus células.
Desde fuera, la situación se ve mucho más claramente. ¿Qué es Valladolid cuando no vives en Valladolid; cuándo no vives en Castilla? Nada. Valladolid no existe. Es tan sólo el nombre propio de una ciudad española, que a los estudiantes de la ESO simplemente les suena. Que ni se nos ocurra pedirles que la sitúen en un mapa mudo. Aunque debo reconocer que comparte este desconocimiento con casi todas las restantes cuarenta y nueve capitales de provincia. No me juzguen como un exagerado. Les aseguro que las cosas están así.
Desde dentro de Valladolid, se tiene la engañosa percepción de que la ciudad sí que existe e incluso podemos llegar a pensar que somos importantes. Las emisoras de radio y televisión locales han creado esta ilusión. Sin embargo, desde las regiones donde estas emisoras no se sintonizan, Valladolid simplemente no existe.
Desde que vivo fuera de la ciudad, las dos únicas ocasiones que recuerdo en las que el nombre de Valladolid apareció en los medios de comunicación —sin contar con el soplo anual de aire fresco que supone la Seminci— se produjeron con ocasión de las polémicas suscitadas por declaraciones del alcalde, el señor don Francisco Javier León de la Riva. Se dice que es preferible que hablen mal de uno a que no hablen. Yo creo que si no somos capaces que de que hablen bien de nosotros, es mejor que no hablen.
En 2005, el señor León de la Riva se postuló en un pionero reaccionario en desobediencia civil al mostrar su oposición a oficiar como alcalde matrimonios entre personas del mismo sexo, tal como estipulaba la nueva ley aprobada por las Cortes Generales. Ningún alcalde había dicho nada aún. Él fue el primero.
No hace mucho tiempo, a finales de octubre de 2010, el señor León de la Riva volvió a sembrar la polémica con unas descalificaciones sexistas contra la nueva ministra Leire Pajín. Sus comentarios rijosos y machistas contra una ministra son aún más graves si tenemos en cuenta que el señor León de la Riva es ginecólogo. Nunca oímos comentarios despectivos o de contenido sexual acerca del físico de los hombres que se dedican a la política (¡afortunadamente!) pero sí se producen a veces a cerca del físico de las mujeres que ostentan los mismos cargos. Pero, centrándonos en el tema, el hecho es que la ciudad de Valladolid ha aparecido en los medios identificada con su alcalde. Tanto en 2005 como en 2009 tuve que aguantar bromitas y chanzas por ser de Fachadolid. «¿Torquemada no era de Fachadolid?» «Parece que la Inquisición anda todavía por allí.» me decían mis nuevos convecinos «medio en broma». Y la verdad es que uno se siente avergonzado. Las palabras y actitudes del representante de la ciudad se identifican irremediablemente con la propia ciudad. El señor León de la Riva ha contribuido a reavivar una imagen de Valladolid que ya estaba desapareciendo. Tengo la certeza de que en el Partido Popular de Valladolid deben de existir multitud de personas capaces que serían mucho mejores candidatos a la alcaldía que el señor León de la Riva y que darían al partido, y por ende a la ciudad, una mejor imagen. A pesar de sus disculpas y medias rectificaciones ya nadie pude creer que el señor León de la Riva sea una persona moderada, tolerante y de centro.
Objetivamente, es indudable que el señor León de la Riva da mala imagen a la ciudad. Incluso compañeros suyos de partido, como la presidenta regional del Partido Popular en Cataluña, Alicia Sánchez-Camacho, se mostraron indignados por las palabras del alcalde. Si el Partido Popular se empeña en presentarlo de nuevo como candidato al Ayuntamiento de Valladolid, estaría justificándolo y apoyándolo; identificándose de esta forma con sus formas y maneras.
Y si a pesar de todo, el señor León de la Riva resultara finalmente reelegido como alcalde de la ciudad, tendremos todos que aceptar que Fachadolid es una realidad.
The Inqueerer
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