Pedro Vera recogió en El Jueves otra de las lindezas del arzobispo.
Ando preparando una entrada para contestar el extenso comentario que mi querido amigo Observatorio Granatense Gay hizo en mi post anterior. En realidad, ya debería haberla publicado, pero por complicaciones en el trabajo y también –inútil negarlo– porque no tengo la gran capacidad de redacción del granaíno, aún estoy en ello y no sé cuando podrá estar lista.
En la introducción de su gran entrada de ayer «¿En qué estado de la evolución te hallas?», el granadino nos habla de los protestantes conservadores americanos y sus irracionales posturas ante la Ciencia. Y mira tú por donde, que mientras yo preparaba la entrada que tengo en mente, ha salido precisamente el arzobispo de su ciudad a echarme un cable para apoyar los argumentos que voy a emplear.
Al tratar la religión, el autor de Homografía tiende a distinguir entre buenos y malos. Mi postura es que los hay malos y los hay todavía peores.
En unas recientes declaraciones el arzobispo de Granada Javier Martínez [católico, no protestante conservador] ha atacado sin titubeos a la Ciencia y a la Razón en pleno siglo XXI.
Os dejo el texto que publica el diario Granada Hoy:
Francisco Javier Martínez, arzobispo de Granada, dictó el jueves una conferencia en el aula Civitas Dei de Alcalá de Henares y no dejó títere con cabeza. Cobró el botellón por ser una consecuencia del Siglo de las Luces; el Islam, por ser una falsa religión al servicio de un imperio político; el laicismo, por esconder una organización con una clara conciencia de lucha por el poder, y resultó malparada la Ciencia porque con su epistemología ha colonizado a los cristianos y les impone un comportamiento moral contrario al suyo.
La charla del arzobispo, que circula en varias entregas por internet, lleva por título La libertad de la Esposa; descolonizar la Iglesia, y en ella Javier Martínez señala con el dedo todos los elementos que a su juicio fragmentan la moral absoluta católica e imponen comportamientos disgregados a los cristianos. A Alcalá de Henares exportó como contra ejemplo el arzobispo la «granaína» fiesta de la primavera, a la que conectó con la «revolución de París» y el culto a la Razón, uno de los tres rasgos que los cristianos no pueden asimilar de la cultura de la modernidad. «El culto a la razón ha terminado en los botellones (....). La fiesta de la primavera es la barbarie institucionalizada y ese es el futuro que nos aguarda». Pero no es el único enemigo. En esa tendencia a la «afirmación del yo» entran en juego las ciencias. «Más peligrosa que la Educación para la Ciudadanía es la Ciencia para el mundo contemporáneo» pues cada ciencia «contiene un epistemología y una concepción del hombre y del saber».
Según Javier Martínez hay que rechazar al Estado que asume cada día más poder sobre el individuo. Rechazar el Estado pero salvando la patria que es «la cosa natural del hombre». Tampoco contribuyen a la irradiación de la moral católica otros elementos como la división «geográfica» entre lo religioso y lo que no lo es. «Frente a eso ¿qué vamos a poner nosotros? ¿Los valores cristianos? ¡Pobrecitos míos! ¿Dónde están? ¿Cómo se comen? (...) El laicismo al menos tiene organización una conciencia de lucha por el poder».
Y además está el Islam, que es «menos una religión que un imperio» pues se usa «para la cohesión de su cuerpo político». «El árabe no tiene siquiera palabras para la religión (...). Hablar de Islam como una religión es ingenuo», «una característica de la bonhomía occidental, a la que le cuesta llamar a las cosas pro su nombre». Javier Martínez fue nombrado, curiosamente hace unos días, presidente de la comisión e Relaciones Interconfesionales.